Entre el pájaro y el andén

diluye los sueños
para inundar los desiertos
de lluvia negra.

bajo estrellas huérfanas.

raíces en la arena
heridas en la piedra.

Sombras sin huella,
manos sin piernas.
Ojos que brillan
cuando se cierran.

ellos andan sin rumbo
engullidos por la noche.

de su eterno lamento
ellos vagan por el tiempo.

entre estrellas brillantes
abriendo camino a los atlantes.

iluminan el cielo.
Miles de ríos brillan
unidos a un mar de paz.

El vuelo lento de las águilas doradas cubre el sol,
hileras de mantras recorren el eco de las montañas.
Resuenan los cuencos de plata en los jardines del templo.
La luz baña los lagos con su niebla sagrada.
Hoy el viento corretea entre fuerzas aladas,
las tormentas agitan las olas con el sudor de los dioses.
Faldas de colores se abren como paraguas en la lluvia,
entre seda blanca dos mudras se acarician los dedos.
El alma brilla entre los reflejos de nuestros deseos.
Hoy dos miradas se encuentran con los ojos cerrados.

El sol entra por la ventana,
la despensa se vuelve dorada.
Gotas de colores alimentan el patio.
La hierba se respira más sana.
Los árboles agitan sus brazos al viento.
Entre dos ojos cerrados y una sonrisa,
perlas saladas.
Agua, mar, sol y tierra,
doy gracias.

Un corazón es derrotado por amar fuera de tiempo.
Hoy los recuerdos son fantasmas en un bosque desnudo.
Entre los alientos del viento
una mirada triste empaña el horizonte.
No reinan sueños de montañas y cielos
para mariposas de papel sin dueño.
La verdad te sorprende con su estanque helado,
rojo de atardeceres e inerte de tus reflejos.

Los eternos lobos del pasado vuelven con la sangre en sus colmillos,
las tormentas se contorsionan con miedo dentro del gran huracán.
No lucen más las estrellas en el humeante cielo rojo.
El fuego salvaje no se apaga con los llantos del mundo.
Hoy las hadas se quedan sin velo en la oscuridad del bosque.
El destino golpea sin vernos, abandonando nuestras almas en la noche.
La dama negra engulle el aire tras su paso y su mirada ciega.
Hoy el viento no la reconoce.

Hoy las aguas del mármol son verdes,
el sol enciende las vidrieras del monasterio.

Una reunión de velas baila al unísono,
dos manos arrugadas cierran una puerta de madera.

El agua vibra en los cuencos de piedra,
miles de voces alimentan la montaña.

Dos antiguos párpados se abren al cielo,
la luz se adentra en el interior de la ermita.

Las nubes curiosean en el valle,
se desvanecen las sombras de los transeúntes.

El aire azul acaricia las rocas,
nada se detiene en el momento presente.